miércoles, 23 de julio de 2008

Para contar historias

Estamos aquí para contar historias. Lo que nos interesa aprender aquí es cómo se arma un relato, cómo se cuenta un cuento. Me pregunto, sin embargo, hablando con entera franqueza, si eso es algo que se pueda aprender. No quisiera descorazonar a nadie, pero estoy convencido de que el mundo se divide entre los que saben contar historias y los que no, así como, en un sentido más amplio, se divide entre los que cagan bien y los que cagan mal, o, si la expresión les parece grosera, entre los que obran bien y los que obran mal, para usar un piadoso eufemismo mexicano. Lo que quiero decir es que el cuentero nace, no se hace. Claro que el don no basta. A quien sólo tiene la aptitud pero no el oficio, le falta mucho todavía: cultura, técnica, experiencia... Eso sí: posee lo principal. Es algo que recibió de la familia, probablemente no sé si por la vía de los genes o de las conversaciones de sobremesa. Esas personas que tienen aptitudes innatas suelen contar hasta sin proponérselo, tal vez porque no saben expresarse de otra manera. Yo mismo, para no ir más lejos, soy incapaz de pensar en términos abstractos. De pronto me preguntan en una entrevista cómo veo el problema de la capa de ozono o qué factores, a mi juicio, determinarán el curso de la política latinoamericana en los próximos años, y lo único que se me ocurre es contarles un cuento.


Gabriel García Márquez

2 comentarios:

Pablo Herrera dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con él. El escritor de verdad nace.

Anónimo dijo...

Mi hermano pequeñ hace lo mismo.. sólo te cuenta historias, cuentos... Acaba de salir de la habitación y sabéis que me ha dicho
- agáchate que te voy a ver el pelo...
yo he obedecido y me he agachado, parecía estar buscándome piojos y le he preguntado
-Qué haces?
y me contesta que está buscándome el cerebro...
lo más curioso es que me ha dicho que mi madre sólo tiene carne.
Después me ha contado la historia de un hombre que miraba las cabezas de la gente...